La culpa es una emoción destructiva que nos impide pensar con claridad. Lejos de enquistarse, debemos generar su depuración y afrontamiento, de lo contrario, acabaremos haciendo daño a otros
La culpa es por encima de todo, una emoción. Sigmund Freud ya señaló en su momento que pocas dimensiones eran tan complejas para aceptar como este estado. De ahí que alcemos toda una serie de mecanismos de defensa para no afrontarla como merece, de ahí que derivemos en muchas ocasiones en situaciones donde la ansiedad y la angustia acaban haciendo mella en el bienestar.